Eres mi caricia eterna

Eres mi caricia eterna,

la que atenaza mi cuerpo,

una rendición luminosa

amparado por mis brazos;

desprendido en mi Ave Fénix.

Indefenso entre lazos,

pronunciado en las escalas,

sobre un timbal sonajero

acompañando mis diesis.

Eres el canto de Eros,

puntual escriba

cincelado en los templos;

poeta con retoños del iris,

vencedor inmolado en mi cénit.

Soy vulnerable al amor,

sin escudo en tu aposento,

al desboque de tus labios,

detenido en mi temple,

estampado como encaje

en mis alas de sueños.

Envuélveme en tu sombra,

acércame a tu piel,

recubre mis instantes

sobre ese caudal

que mi alma desborda.

Me siento: el sostén de tu estío,

una llave, abriendo tu puerta,

la voz, ardiendo en tu oído

un haz, en colores de fiesta

el envés, de un beso perdido.

No quiero ser el ave

que pierda el glamour de su vuelo

ni un albatros despidiendo su vida,

ni mar que apague este fuego

ni luna cubierta de espinas.

Elen Lackner